Premio al Proyecto del Año, Architects Newspaper

Premio a la Mejor Fachada, Architects Newspaper

Incluido en la lista de los edificios más impresionantes que se terminarán en 2022 por El País ICON Design.

Expuesto en Arc en Rêve (Arboretum, L’arbre comme architecture. Bordeux, 2021-2022) y Fundación Telefónica (Curiosidad Radical. En la órbita de Buckminster Fuller, 2021)

El diseño de la Escuela Reggio se basa en la idea de que los entornos arquitectónicos pueden despertar en los niños el deseo de exploración e indagación. De este modo, el edificio se concibe como un ecosistema complejo que hace posible que los alumnos dirijan su propia educación a través de un proceso de experimentación colectiva autodirigido, siguiendo las ideas pedagógicas que Loris Malaguzzi y los padres de la ciudad italiana de Reggio nell’Emilia desarrollaron para potenciar la capacidad de los niños de enfrentarse a retos y potenciales impredecibles.

El diseño, la construcción y el uso de este edificio pretenden superar el paradigma de la sostenibilidad para comprometerse con la ecología como un enfoque en el que el impacto medioambiental, las alianzas más que humanas, la movilización material, la gobernanza colectiva y las pedagogías se entrecruzan a través de la arquitectura.

El apilamiento de la diversidad como entorno para la autoeducación

Evitando la homogeneización y los estándares unificados, la arquitectura de la escuela aspira a convertirse en un multiverso donde la complejidad estratificada del entorno se hace legible y experimentable. Funciona como un ensamblaje de diferentes climas, ecosistemas, tradiciones arquitectónicas y normativas. Su progresión vertical comienza con una planta baja comprometida con el terreno, donde se sitúan las aulas para los alumnos más jóvenes. Apilados sobre ella, los niveles superiores son donde los alumnos de las clases intermedias conviven con depósitos de agua regenerada y tierra que nutren un jardín interior que llega a los niveles superiores bajo una estructura de invernadero. En torno a este jardín interior se organizan las aulas para los alumnos de mayor edad, como en un pequeño pueblo. Esta distribución de usos implica un proceso de maduración continuo que se traduce en la creciente capacidad de los alumnos para explorar el ecosistema escolar por sí mismos y con sus compañeros.

Una asamblea más que humana como corazón de la escuela

La segunda planta, formalizada como un gran vacío abierto a través de arcos a escala paisajística a los ecosistemas circundantes, se concibe como la principal plaza social de la escuela. Aquí la arquitectura anima a profesores y alumnos a participar en el gobierno de la escuela y a interactuar con los paisajes y territorios circundantes. Esta zona central de 5.000 pies cuadrados tiene más de 26 pies de altura y está concebida como un ágora cosmopolítica; un espacio semicerrado atravesado por el aire templado de las encinas del campo vecino. Una red de ecologistas y edafólogos diseñó pequeños jardines hechos específicamente para albergar y nutrir comunidades de insectos, mariposas, pájaros y murciélagos. Aquí, actividades mundanas como hacer ejercicio coexisten con debates sobre cómo se gestiona la escuela como comunidad y cuál es la forma de relacionarse con los arroyos y campos vecinos. En última instancia, esta planta funciona como una cámara de cumbres más que humana donde alumnos y profesores pueden sentir y sintonizar con los ecosistemas de los que forman parte.

La visibilidad de los sistemas mecánicos como oportunidad pedagógica

Como alternativa a los esfuerzos habituales de la arquitectura por ocultar los sistemas mecánicos, aquí todos los servicios se mantienen visibles, de modo que los flujos que mantienen activo el edificio se convierten en una oportunidad para que los estudiantes se cuestionen cómo sus cuerpos e interacciones sociales dependen de los intercambios y circulaciones de agua, energía y aire. El edificio permite sin reparos que tuberías, conductos, cables y rejillas formen parte de su ecosistema visual y material.

Menos material, verticalidad y corcho proyectado como estrategia medioambiental asequible

En el contexto del sur de Europa, donde las soluciones sostenibles de alta tecnología sólo están al alcance de edificios de alto presupuesto, promovidos por empresas o por el Estado, este edificio desarrolla una estrategia de bajo presupuesto para reducir su huella medioambiental basada en los siguientes principios de diseño:

  1. Verticalidad para reducir la ocupación del terreno. En lugar de optar por una ocupación del terreno en expansión horizontal -como ocurre en el 90% de los diseños de escuelas-, la Escuela Reggio es un edificio vertical compacto. Esta decisión de diseño minimiza la huella del edificio, optimiza la necesidad global de cimientos y reduce radicalmente su índice de fachada.
  2. Reducción radical de la construcción. En este edificio no se utilizan revestimientos, ni falsos techos, ni suelos técnicos elevados, ni revestimientos de paredes, ni fachadas ventiladas. La cantidad total de material utilizado en las fachadas, los tejados y las particiones interiores del edificio se ha reducido en un 48% con sólo sustituir gran parte de la construcción por estrategias sencillas de aislamiento térmico y distribución de los sistemas mecánicos. El resultado presenta un edificio desnudo donde la visibilidad inédita de sus componentes operativos define su estética.
  3. Una gruesa envoltura de aislamiento habitable. La envoltura de corcho VIPEQ® es a la vez aislamiento térmico y soporte de una vida más que humana. El 80% de la envolvente del edificio está recubierta exteriormente por 14,2 cm de corcho denso proyectado de 9.700 Kg/m3. Esta solución natural, desarrollada específicamente por la Oficina de Innovación Política para este proyecto, se utiliza tanto en las partes verticales como en las inclinadas del volumen exterior del edificio para proporcionar un aislamiento térmico de R-23,52, el doble de lo que exige la normativa madrileña. Esto se suma a la reducción pasiva del 50% de la energía consumida en la calefacción de los interiores de la escuela. Además, la superficie irregular del voladizo de corcho está diseñada para permitir la acumulación de materia orgánica, de modo que la envolvente del edificio acabe convirtiéndose en el hábitat de numerosas formas de vida microbiológica fúngica, vegetal y animal.
  4. Más pensamiento, menos material. Dirigido por el investigador e ingeniero de estructuras Iago González Quelle, el equipo ha dado forma, analizado y dimensionado la estructura del edificio de modo que el espesor de los muros de carga pueda reducirse una media de más de 150 mm en comparación con las estructuras convencionales de hormigón armado. En conjunto, esto ha supuesto una reducción del 33% de la energía incorporada a la estructura del edificio.

Fuente: Office for Political Innovation