El peor enemigo del aislamiento térmico ideal es la humedad, o vapor de agua. El agua como un conductor principal del calor destroza el valor aislante de cualquier aislamiento.
El agua es el enemigo número uno de cualquier sistema aislante. El problema es que el agua en su estado de vapor de agua, o sea humedad, es una condición constante en nuestra atmósfera y por tanto entrará por cualquier sitio a través del aire.
El aire caliente absorbe humedad
A más alta temperatura del aire, mayor capacidad de retener humedad. Ello es debido a la capacidad que tiene el aire caliente para absorber vapor. El aire al calentarse se expande y deja «hueco» para que entren más moléculas de agua, por lo tanto es capaz de «absorber» más agua (como una esponja). A esto se denomina «humedad relativa».
Cuando la humedad relativa (HR) es de cero, puede absorber toda el agua posible, pero cuando es del 100%, es incapaz de absorber una gota más.
El «punto de rocío» es una temperatura que indica el momento en el que la HR es igual al 100%, en este caso, el aire es incapaz de mantener el agua y éste empieza a caer, primero en forma de minúsculas gotitas a las que llamamos «rocío» y luego en forma de niebla (que ocurre por un descenso brusco de la temperatura, cuando hay mucha humedad en el ambiente).
Una diferencia en temperatura es en realidad una diferencia de presión. La naturaleza tiende a igualar esta condición. El aire frío es más pesado que el aire caliente. Cuando la puerta de una habitación fría se abre, el aire frío y pesado se cuela por la parte más baja mientras que el aire caliente circula por la parte alta.
El aire caliente que contiene vapor de agua entra en contacto con las superficies frías e inmediatamente pierde su capacidad de albergar humedad.
El resultado se traduce en condensación: la humedad se deposita en la superficie y el aislamiento se expone a sus efectos desastrosos.
De lo expuesto anteriormente el aislamiento ideal sería uno compuesto con el máximo contenido de gas, aire por ejemplo, encapsulado y sin posibilidad de circulación.
Estos principios de aislamiento han sido de sobra conocidos durante muchos años, pero no ha sido hasta esta época que los hemos incorporado definitivamente.
